No se cuántos años hace que no puedo llorar ni recuerdo la última vez que lo hice. Mi mamá dice que fue “el trabajo, que te hizo dura”, mientras que yo no tengo una opinión formada al respecto. Reconozco que hay un estado en mi que se equipara a una “situación de llanto”. Nace en el estómago, me inunda la caja torácica, sube por la tráquea… pero se clava ahí.
No se me nota en la cara,
no me salen lágrimas
no me permite quebrarme.
Vaya una a saber.
Así y todo, en este momento, escribo este newsletter -distinto al que pensaba escribir- en “situación de llanto”. A esta situación, la divido en dos que hoy se mezclan: La del llanto provocado por la emoción y el llanto provocado por la tristeza, bronca o impotencia.
Pegate una identificación con el Mundial, Malena
En el año 2014 viví la final del mundo en el marco de un evento de Naciones Unidas en Nueva York. -¡Que top, Malena! Esa no me la esperaba de vos con tanto posteo vinchuca friendly- pensarán.
Pero no: Si bien estar en Naciones Unidas la primera vez era impactante, quienes nos invitaron nos llevaron engañados, intentaron usarnos -mucho- para conseguir votos de representantes latinos para cosas que no nos representaban y el viaje incluyó anécdotas como ver a un pibe limpiarse los anteojos con el sweater de una colega mujer en forma de desprecio.
La cuestión es que ese Mundial 2014 perdimos contra Alemania en el partido más injusto que vi en mí vida, me tuve que bancar que me hagan los bailes de "los gauchos bailan así" en la cara, y aprendí que nadie es más pecho frío que los alemanes para festejar. (Y que hasta festejando algunos pueden poner caras o tener actitudes que me dan miedo por cierta dureza de sus gestos.)
Luego de eso vino el aluvión de críticas despiadadas a Messi, lo que me llenó de rabia y amargura sin saber que la cosa podía ponerse peor. Antes de irme, una funcionaria de alto rango de esas que nunca se tomó un bondi pero se mudó a Nueva York hace ya once años a vivir de hablar de pobreza me dijo:
"Tan Messi vos... Sos la promesa eterna. El puro potencial.
Pero él se queda en eso. Vos te quedás en eso. Siempre les faltan cinco para el peso".
Y en ese momento, la empatía con la tristeza de Messi se apoderó enteramente de mí haciéndome un huequito en el corazón. Y por favor, que no se confunda la comparación: Messi es Messi, y a mi no me conoce nadie. Pero ese peso en la espalda de que no te vean meter el gol se alojó ahí, entre los omóplatos.
Ocho años pasaron. Ocho.
Ocho años en que las frases de esa mujer me resonaban en la cabeza cada vez que veía a Leo intentarlo una vez más sin lograrlo a la vez que yo avanzaba ilusamente creyéndome que una chica de San Miguel sin influencias ni contactos podía crear una Fundación que brindara herramientas dignas y de calidad a gente que no le importaba nadie. A él lo defenestraban y a mí me cerraban puertas en la cara. Todas. Una a una. Y el tipo seguía intentando. Y yo también.
Ocho años pasaron. Ocho.
Y jamás en la vida sentí un proceso de identificación tan grande con alguien tan lejano a mí como en este mundial.
Aldo
Cuando en el año 2016 con Nahuel alquilamos la que en aquel momento era nuestra casa y sede de Multipolar, y hoy es solamente la sede, el lugar se venía bastante abajo. Para su reconstrucción, contratamos a tres de los muchachos que estaban atravesando en Multi el proceso de recuperación de adicción al consumo de paco: Ulises, Aldo y el Flaco.
Ellos trabajaron durante dos meses y medio día a día en la reparación, reconstrucción y embellecimiento de la casona, y cuando se acabó el dinero para pagarles y les comunicamos que por el momento llegábamos hasta ahí, nos ofrecieron seguir viniendo a trabajar para mantenerse lejos del consumo y a la vez contribuir a un espacio que ellos empezaban a sentir propio.
Nuestro progresismos nos impedía aceptar el ofrecimiento, pero nuestro progresismo también nos hizo respetar el pedido de que respetemos su voluntad: Los muchachos se sentían parte de esa casa, y su manera de ser parte era construirla. Así que avanzamos.
De alguna forma, Uli, Aldo y el Flaco fueron las primeras personas que recibieron la propuesta de Multipolar.
Cada paso que daban los gurises en su recuperación y en sus objetivos se vivía como un partido ganado. Y si bien la adicción es una enfermedad crónica que no se cura, sólo se detiene, la cantidad de partidos que jugaban y ganaban al pasar las semanas y mantenerse limpios nos hacían sentir que tal vez el próximo Mundial fuera de ellos. Y un poco nuestro.
Una semana antes de mi casamiento, Ulises marcó a Nahuel:
Nahuel, Malena tiene la partida de nacimiento de Aldo, no? Porque le está haciendo los papeles para el DNI.
No se, le pregunto. ¿Para qué la necesitás?
Porque a Aldo lo asesinaron, acá en la villa. Y necesito la partida para que me entreguen el cuerpo.
No hay mucho que pueda decir de esa situación porque hay heridas que van a doler toda la vida. Lo que si puedo afirmar es que después de ese hecho aprendí que nuestro Mundial no terminaba nunca, así que iba a tener que buscar copas intermedias.
El Flaco
Nos costó mucho asomar a algún tipo de comprensión sobre lo que había sucedido. Obvio que a todos, pero sobre todo a quienes los asesinatos no nos parecían noticia de todos los días debido a haber nacido y vivido con privilegios.
Ulises y el Flaco desaparecieron por un tiempo, con cierto enojo de pensar que si el trabajo en Multipolar hubiera continuado, Aldo hubiera estado trabajando, no hubiera estado en el barrio cuando se desató el lío y estaría vivo. Y si bien eso nadie lo sabe,repito: Hay heridas que van a doler toda la vida.
Con el tiempo el Flaco volvió. Pidió ayuda para hacer un emprendimiento de construcción. Un voluntario de Multi le hizo el diseño de marca, panfletos, otro le donó un celular para que pudiera agendar contactos, y desde la Fundación le compramos las primeras herramientas, el chip y pagamos la impresión de la primera tanda de folletos. Y el trabajó como siempre y como nunca logrando muchísimas cosas para él, su hermano devenido en socio, y sus familias.
El emprendimiento caminó super bien hasta la pandemia, como muchos otros. Después de eso El Flaco volvió a tocar la puerta pidiéndonos de trabajar en Multipolar.
Estuvimos preparando su ingreso largo rato, queríamos chequear que fuera algo apropiado para su proceso. Ahora que había más jugadores con quienes hacer “taco-taco” para que la jugada sea más precisa, la ilusión de creer en un nuevo pase de gol era gigante.
Pero el recuerdo del 2014 contra Alemania volvió a suceder.
El día que decidimos que el lunes siguiente le comunicaríamos que se sumaría a Multi como colaborador, una barra de pibes le partió una barreta en la cabeza para robarle, lo que lo dejó inconsciente y agonizando en un hospital pequeño de su ciudad.
Como la esposa tardó casi veinte horas en conseguir nuestro teléfono, no pudimos ayudar antes. Cuando la llamada de aviso llegó, yo sólo pensé en Aldo y me quedé petrificada el tiempo que pude permitirme antes tener que accionar y empezar a tejer la estrategia de intervenciones. Nuevamente, las lágrimas me hicieron un piquete en la garganta, y al día de hoy sigo sin poder llorar esa situación.
Elegir creer
Cuando sucedió todo esto -casi al mismo tiempo- El Flaco estaba en coma inducido en el Hospital del Cruce y la selección jugaba.
Quienes no me conocen tienen todo el derecho a pensar que soy una idiota que compara la lucha por la vida de un pibe del conurbano profundo con un Mundial de fútbol pero no: La relación que encuentro entre los hechos fue que todos quienes esperábamos por él, aún con el terror todavía fresco por lo que había pasado con Aldo, adoptamos la frase argentina de Qatar 2022 y elegimos creer.
Quienes conocen o hacen el tipo de trabajo al que me dedico saben que, para ser sincerxs, las buenas noticias no abundan: Nuestros partidos son más Argentina Arabia Saudita que Argentina Croacia. Las personas con las que elegimos trabajar, con pocos recursos, una vida de vulneraciones, múltiples rondas de malas cartas y las muy frecuentes malas decisiones consecuentes, hacen que no sea demasiado realista ni fácil “elegir creer”. Sobre todo cuando tenés registro corporal de los desenlaces pasados en historias similares.
Pero Lisandro hacía un pase de gol y conseguíamos para el Flaco el traslado a un hospital más grande.
Y elegíamos creer.
Julián Alvarez corría desde antes de mitad de cancha metiendo un gol el solito y el Flaco sobrevivía a la cirugía de cráneo.
Y elegíamos creer.
El Dibu atajaba un penal frente a Holanda y los Multipolares éramos la Scaloneta misma haciéndole orejas a la muerte viendo como El Flaco abría los ojos y recuperaba las ganas de comer.
Y seguíamos eligiendo creer.
Y el día que al Flaco le dieron el alta, el día que pudo salir caminando del Hospital con una afasia para 50 pero con todo el autovalimiento del que era capaz, nosotros sentimos que vivíamos el minuto 123 de esa final Argentina-Francia para el infarto.
¿Cómo van a convencernos de que la magia no existe?
Esta narradora en particular, y lxs Multipolares en general, somos de los que creemos que desde el 18 de diciembre de 2022 el mundo en un lugar más justo. En un fin de año que prometía pesado, la selección de Messi, el Dibu y Di María nos hizo olvidar por un rato las pálidas y nos llenó de esperanza.
Veníamos cansados. Golpeados. Drenados en nuestra energía por una pandemia que nos convirtió en trabajadores esenciales y una post pandemia que nos olvidó como a todo lo que no es trending topic.
Así y todo, como creo que a muchxs, este mundial nos invitó a “elegir creer”.
Hoy fue un día difícil. Anoche casi no pude dormir, hoy tenía muchísimos líos que gestionar, y mientras iba y venía a las corridas como loca intentando llegar con todo, Naty, la psico de Multi, me avisó que El Flaco me estaba buscando en el hall de entrada.
Entre desorientado y perdido, logró llegar a la sede porque estaba angustiado, precisaba hablar, y tenía un papel doblado en dos en la mano que no lograba entender: Era la lista de útiles que necesitaban sus dos gurises para empezar el jardín el miércoles.
Aún no logra hablar del todo: Hay muchas palabras que su mente no logra encontrar.
Pero llegó sólo a la oficina, porque existió en su vida ese minuto 123 en que todo se jugó. Y salió milagrosamente bien.
Mientras Silvina comenzó a dar vuelta la sede en busca de donaciones que armaran las mochilas de sus niños, nosotros pudimos conversar.
Desanudamos broncas, armamos las palabras que aún no salen señalándolas una a una en un abecedario, y traté de explicarle con la metáfora de la construcción de una pared, porqué aún no tenía que volver a trabajar aunque necesitara el dinero.
Armando las palabras que se perdieron
Una pared se construye de a bloques, una recuperación también.
Elegir creer
Al final de la jornada, mientras procesaba el encuentro con el Flaco, espantando fantasmas para seguir eligiendo creer, se hicieron las 17 horas y los premios “The Best” que tenían cuatro nominaciones para argentinos, empezaron a develarse.
Por más que supiera en el alma que merecíamos los galardones en cada una de las categorías, JAMÁS pensé que fuéramos a obtenerlos. Porque si las personas buenas, que hacen las cosas bien tuvieran lo que merecen, el Flaco conservaría su placa parietal, Multipolar tendría una sede GIGANTE para poder atender a cada persona en situación de calle que quisiera acercarse, y a mi dejarían de joderme con que si quiero que mi organización crezca tengo que subirme al cholulismo de la solidaridad berreta.
Pero así y todo, ganamos los cuatro premios.
Si, señores: Hoy, en una tarde deprivada de sueño y sumamente jodida, por segunda vez en la historia desde que nací, el mundo reafirmó su voluntad de volverse más justo:
El Dibu se consagró como mejor arquero,
Scaloni como mejor DT,
Lio como mejor jugador,
y todxs nosotrxs como mejor hinchada.
Y yo volví a elegir creer.
Creer en que si Leo tardó 16 años en ser campeón nosotros vamos a conseguir esa sede,
que si un grupo de jugadores con apellidos genéricos pudieron ganar una Copa dirigidos por un DT sin condecoraciones Nahuel, Meli y yo podemos conducir a Multi a su propia gloria,
y creer que, como la magia SI existe, quienes hacemos Multipolar podremos darle una cachetada a tanto cinismo y contruibuir a que ni una persona más duerma en la calle en la Ciudad de Buenos Aires en algunos años.
Hoy, 27 de febrero repito: ¿Cómo van a convencernos de que la magia no existe?
Porque desde que El Flaco sobrevivió y Argentina salió campeón del mundo, esta escritora cree.
Esta chica con rulos, elige creer.
Male
H2
ay, la pucha que me hiciste llorar.... Admiro mucho lo que haces!